Realmente creo que sí, influye mucho. Y no, no precisamente por las comidas de esta época. Está comprobado que determinadas hormonas y nuestro reloj biológico se ve alterado ante los cambios de luz solar. Por lo contrario, estar más expuesto a la luz solar se suele vincular con una mayor actividad metabólica y, por lo tanto, menor peso corporal.
También tenéis que pensar que tenemos un menor gasto de calorías, puesto que nuestro metabolismo se ralentiza. Además, una menor exposición al sol afecta a nuestro estado de ánimo, ocasionando que nos sintamos decaídos y queriendo satisfacernos con alimentos más placenteros. Además, puede que también sintamos más fatiga y ganas de irnos a dormir, por lo que es posible que realicemos menos actividad física que el resto del año.
Pero ya sabéis que todo esto es lo que ocurre si no hacemos nada al respecto. Mantenerse activo es la clave, y no dejar que el frío nos afecte. Intentar controlar las ganas de comer dulce e intentar también seguir comiendo sano. ¡Son solo algunos trucos!