¿Sabíais que cuando dormimos también entrenamos? Puede sonar algo raro, pero estoy segura que muchas de vosotros no conocéis el “entrenamiento invisible”, que se trata simplemente de la recuperación muscular que nos ayuda a cuidar nuestra salud.
Pensad que cuando dormimos nuestro organismo está totalmente inactivo y en reposo. Pero lo que realmente está haciendo nuestro cuerpo es llevar a cabo una acción restauradora: regenera y estabiliza las funciones orgánicas, el sistema nervioso se desarrolla, los tejidos y procesos mentales se reparan y se ordenan, etc. Y además, si tenemos un buen sueño, nuestra frecuencia cardíaca se reduce.
Una persona adulta, como alguna vez ya os he comentado, necesita dormir entre 7 y 8 horas de sueño. Lo que no sirve para solucionar el déficit de sueño es dormir 5 o 6 horas durante los cinco días de la semana, y luego los fines de semana dormir 11 o 12 horas, porque la calidad del sueño es peor: se han alterado los ritmos biológicos, la temperatura, las comidas… por eso es importante acostarse todos los días a la misma hora.
Es importante que antes de irnos a dormir, no hagamos un ejercicio muy intenso porque puede elevarnos la temperatura corporal y, como consecuencia, aumentar nuestra actividad nerviosa, por lo que tengamos dificultades para ir a dormir.
Y si tenéis problemas para dormir y el trabajo, el clima o las tareas que tenéis os lo permiten, lo mejor es realizar ejercicio físico entre las 17:00 o las 19:00. Pensad que entre dos y cuatro horas después de realizar ejercicio nuestra temperatura corporal desciende y nos genera ganas de dormir, por lo que si tenéis dificultades os ayudará a dormir. Pero si preferís madrugar, el entrenamiento a primera hora de la mañana nos activará para afrontar con energía la jornada que tenemos por delante.
