El paso previo a toda organización es la limpieza, y en el caso de la nevera cobra vital importancia ya que siempre está repleta de alimentos perecederos y dentro de ella se puede generar crecimiento de bacterias y moho, aunque nuestro ojo no sea capaz de detectarlo. Por eso una desinfección completa de la nevera de vez en cuando resulta esencial en cuanto a prevenir la contaminación de los alimentos que coloquemos dentro de ella.
Lo primero que vas a necesitar, es un desinfectante apto para su uso en superficies de contacto con alimentos y un paño para retirar el producto. Es importante que te fijes en las instrucciones del envase: la mayoría de desinfectantes especifican que es preciso un tiempo mínimo de contacto del producto con la superficie para que la desinfección sea eficaz, así que no vale con pulverizar y retirar: ¡hay que dejar actuar!
Una vez tengas lo necesario, vacía tu nevera de alimentos (intenta escoger un día en que debas hacer la compra y tengas la nevera bastante vacía. Puedes guardarlos en una nevera portátil para que no se deterioren) y empieza a sacar estanterías y cajones, para limpiar con mayor eficiencia las paredes y el fondo de la nevera. Las piezas pequeñas (como las hueveras o el recipiente de la mantequilla) pueden lavarse en el lavavajillas.
Una vez tengas la estructura de tu nevera desinfectada, es el momento de ponerse con las estanterías y cajoneras, para que, una vez limpias y secas, las puedas ir recolocando en la nevera junto con los alimentos perecederos que habías retirado.
Pese a ser un trabajo tedioso debe formar parte de toda higiene del hogar, sobre todo para prevenir intoxicaciones alimentarias. Una buena frecuencia de limpieza de nevera sería una vez cada tres meses.
