¿Te cuesta ponerte a entrenar? ¿Eres de las que un día lo das todo y al siguiente ya te flaquean las fuerzas? Aquí algunos consejos para que puedas ponerte a darlo todo siempre.
Hazlo sin pensar y aprende a controlar tus emociones. Por culpa de la inseguridad, la incomodidad, incluso el miedo… retrasamos la acción. Son sensaciones y emociones negativas que nos impiden hacerlo. Así que mi consejo es que no retraséis la acción sino solo esa emoción. Te da mucha pereza ponerte a hacer ejercicio. ¿Te ha pasado verdad? No te centres en la sensación o emoción que te produce esa actividad, sino céntrate en hacerla, sin pensarlo demasiado.
Pasa a la acción pero no te centres en cómo te hace sentir.
Engaña a tu cerebro. Llega el momento de hacer aquello que no te gusta hacer: ponerte a hacer ejercicio.. pero en lugar de hacer eso, decides sentarte un ratito en el sofá antes de empezar. ¿Qué ocurre? Dedicas un momento que se convierten en 2 horas, y al cabo de este tiempo te das cuenta que has engañado a tu cerebro. No lo has hecho.
¿Qué te propongo yo? Que lo engañes de forma más apropiada. Te voy a poner un ejemplo. Di que solo vas a hacer 5 minutos de ejercicio. Una vez hayas empezado la acción, no podrás parar. Pensarás, bueno, ya que estoy aquí, voy a hacerlo bien. Voy a hacer los 30-40 minutos.
Recuerda el por qué. Antes de pasar a la acción, escribe por qué es importante para ti. Cuáles son los beneficios de esa acción que te incomoda. ¡Recuérdate al menos 3 beneficios! Y en ese momento vas a motivarte. Porque en lugar de centrarte en la emoción negativa, te vas a recordar porque para ti es importante.
Permítete fallar. Cuando empezamos algo por primera, segunda o tercera vez, corremos el riesgo de fallar o de equivocarnos. Pero tenemos que permitirnos fallar. ¡No pasa nada! Fallar también forma parte del proceso de éxito. Lo que no forma parte de ese proceso es abandonar por cometer errores.
Normaliza tus pensamientos y después cuestiónalos. Es normal que te vengan pensamientos que te sabotean si has estado pensando durante un tiempo que no puedes hacerlo o no quieres hacerlo. Entonces:
- Deja que vengan a ti.
- Obsérvalos como si fueran pensamientos de otra persona.
- Elige si te vienen bien.
- Cuestiónalos: ¿esto que me digo me ayuda a conseguir mis objetivos y sentirme mejor?
- Elige un pensamiento que te ayude más y sea más positivo para ti.
Introduce afirmaciones positivas que te hagan sentir bien y te motiven. “Yo soy capaz”, “qué bien me sentiré después”, “me estoy cuidando y eso me viene muy bien”, “lo que hago me ayuda”. Tus emociones y tu motivación son fieles amigas de tus pensamientos. Por lo tanto, si te dices cosas que no te ayudan, tus emociones negativas se dispararán y pondrán más excusas para que no lo hagas porque vivirán lo que haces como algo aversivo. En cambio si te envías mensajes positivos tus emociones y tu motivación irán en la dirección que deseas.
¡Espero que te hayan servido de ayuda estos consejos! Ahora ya sabes, a aplicarlos para no dejar que tus buenos propósitos se queden en eso, propósitos.
