PODCAST: DEJAR DE SER UN ENVIDIOSO ep:33

Hola a todos! ? Yo diría que es una de las emociones enmascarada, de aquellas que no dejamos ver, que sufrimos y padecemos en silencio, que reprimimos porque está mal vista (y con razón) porque al final es una emoción muy tóxica.

La envidia nace de la comparativa y del deseo por hacer o tener lo que tienen o tiene una persona. Desde siempre las comparaciones son odiosas porque no hay dos personas iguales y porque hay que dejar claro que la perfección no existe. Lo ajeno siempre parece mejor. Cada uno tiene sus activos, sus talentos, sus virtudes e igual sus carencias, por eso es imposible compararse con nadie. Cada uno es único y especial con todo lo que lo construye, y mirar hacia otro lado no ayuda. Hay que mirar hacia dentro y dejarnos de tantos juicios gratuitos, de tantas criticas innecesarias. Porque al final es una emoción que se queda en nosotros. La sufre quien la padece y por ello vale la pena planteársela y aprender a gestionarla. No podemos pretender que no aparezca nunca, lo que hay que pretender es aprender a canalizarla y a controlarla para transformarla en algo bueno.

Siempre escuchamos lo de si: pero es envidia sana, eh. Y yo ya os deje en una ocasión que la envidia sana es admiración, no envidia. La envidia es envidia.

Lo primero que os diría es que:

1. Debemos aprender a ser felices con lo que tenemos.

Cada persona tiene su propia vida y su propio camino, y serás un infeliz si no aprendes a vivir tu propia vida sin envidiar la de los demás.

Deja de tener tu foco y tu atención en lo que hacen los demás porque estarás perdiendo un tiempo muy valioso que podrías estar dedicando a ti mismo. Fíjate más en ti y no en los demás: intenta ser mas independiente, escucha tu voz interior, no busques culpables, acepta que la vida es como es, y fortalece tu autoestima. Trabaja para ser más fuerte.

2. Lo que te pasa a ti, solo depende de ti. Revísate.

Tu vida tiene que ir sobre ti, no sobre lo que hacen o les pasa a los de más. Tú tienes que ser el protagonista de la vida que estás construyendo. Tú tomas tus propias decisiones. Tú eres quién decide qué hacer y qué no hacer. Al final solo depende de ti lo que te pasa y lo que no te pasa. Tú eres el responsable.

3. Sé agradecido. Entiende que no necesitas nada de lo que no tienes, no necesitas nada de lo que envidas para ser feliz. Parece una tontería pero si eres infeliz con lo que tienes, probablemente con lo que deseas también lo serás. Tener lo que tiene el otro no te garantiza ser más feliz . La felicidad la puedes tener hoy. Hay que dejar de ser un amargado, dejar la queja atrás y la negatividad que arrastras. Libera la carga, no quieras tanto y date cuenta de lo que realmente es importante. Elimina los “quiero, quiero, necesito, necesito”, y empieza apreciar la vida.

4. Confía en ti.

Quizás ni si quiera te has dado cuenta de que no confías en ti, de que te sientes inseguro. Quizás no te has dado cuenta de que tu enfoque no es el correcto. Quizás no tienes claras tus prioridades. Quizás no te has dado cuenta que no necesitas ser el justiciero, que no necesitas juzgar qué es lo correcto y lo no correcto. No necesitas decir quién hace bien las cosas o quién las hace mal. No necesitas decidir quién lo merece y quién sí lo merece. No estás aquí para eso. Estás aquí para vivir tu vida.

La envida se enmascara y se muestra de mil maneras, y por eso es camaleónica, porque no se deja mostrar y quizás ni siquiera tú reconoces que la padeces.

Pero cuando sientes que hablas más de los demás, que se empieza a crear algo en ti de rabia, ese sentimiento de que no se lo merece, ese sentimiento de injusticia… páralo. Detecta que está en ti para poder cambiarlo. Aléjate de los cotilleos negativos, aléjate de las conversaciones que solo atacan y dañan… inténtalo. No es fácil pero eso no te hace más grande.

5. Aprende a admirar y alegrarte de los logros de los demás.

Y analiza que es lo que hacen bien para que puedas aprender, pero libérate del malestar. En ningún caso los logros de los demás te tienen que hacer daño. Así que aprende a valorar las cosas que hacen bien, reconócelo y haz la paz contigo mismo. No quieres quedarte con esa emoción en ti, ¿verdad? Porque recuerda que solo te afecta negativamente a ti. Bueno, en realidad, si la envidia es tan grande puede lanzarse también hacia fuera con malas acciones para dañar al otro, pero aprende a que no pase.

Hay grandes sonrisas que esconden traiciones, y el silencio del envidioso está lleno de ruido interno. Y acuérdate: la envidia está presente y muchas veces es inevitable que no venga a visitarte, pero puedes aprender a darle la vuelta y romper la dinámica.

Cuando estas haciendo grandes cosas, cuando tienes o haces cosas que los demás quieren, quizás hay muchos que te envidian, pero que esto no te afecte. Tu haz tu camino, sé buena persona y no hagas nada para dañar a los demás.

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